Dicen que los caminos se cruzan cuando deben hacerlo, y el nuestro comenzó en 2018 sin que lo sospecháramos. Nos conocimos en el Banco Central, donde trabajábamos, y lo que inició con una simple bola a casa pronto se convirtió en una amistad entrañable. Fue ahí cuando descubrimos algo asombroso: Aurelio había sido el mejor amigo de la infancia del hermano de Doris. Nuestros caminos ya estaban unidos mucho antes de darnos cuenta.

 

Lo que comenzó como amistad, en 2020 tomó un giro inesperado. Sin buscarlo, nos encontramos mirándonos de otra manera y entendimos que el hogar estaba en el otro. Por un tiempo, vivimos nuestra historia en la intimidad, compartiéndola solo con quienes más queremos. No era un secreto, pero sí un tesoro. Con el tiempo, el amor se hizo evidente para todos, como piezas de un rompecabezas destinadas a unirse.

 

Desde el principio, hubo quienes vieron lo que nosotros tardamos en descubrir. Doña Doris, con esa sabiduría infinita del amor más puro, siempre supo que Aurelio sería parte de la vida de su Amelia. Hasta su último día, soñó con vernos casarnos, y sabemos que desde el cielo estará con nosotros en este gran día.

 

Este momento también es para Elías, el hermano de Aurelio, quien dejó huellas imborrables en las vidas que tocó. Hoy celebramos con el corazón lleno, sabiendo que aquellos que amamos, aunque no estén físicamente, siempre nos acompañarán.

 

Este 2025, damos el paso más importante de nuestra historia, ante Dios, nuestras familias y quienes han sido testigos de este amor, que más que una coincidencia, siempre fue nuestro destino.